Los trastornos olfativos empeoran con la edad, y más de la mitad de los adultos de más de 60 años presentan un deterioro de la función olfativa sin otra patología asociada.
La COVID-19 sigue dejando algunos efectos olfativos y gustativos, pero la mayoría de estos efectos se recuperan con el tiempo.
La alteración olfativa puede provocar un importante deterioro de la salud de las personas afectadas, dificultando la percepción de los olores y los alimentos, lo que puede provocar pérdida de peso y desnutrición, incapacidad para percibir olores potencialmente peligrosos, etc.
También puede ser un indicador de muchas enfermedades neurodegenerativas comunes en la población general, como el Parkinson y el Alzheimer, por lo que es importante identificar esta patología con exactitud.
1.- ¿Cómo detectamos los cambios en nuestro sentido del olfato?
El primer paso para diagnosticar un trastorno olfativo es realizar una historia clínica y una exploración física lo más completa posible.
Se pregunta al paciente sobre infecciones de las vías respiratorias, lesiones previas en la cabeza y los senos paranasales, procedimientos quirúrgicos, exposición a sustancias químicas, abuso de drogas o sustancias, etc.
Como uno de los mejores especialistas colombianos en este campo, puede someterse a una rinoscopia, laringoscopia o examen de fibra óptica.
Normalmente se requieren otros estudios de imagen, como una tomografía computarizada de los senos paranasales o una resonancia magnética del cráneo.
Esto incluirá cualquier factor que pueda estar contribuyendo a la pérdida de la sensación olfativa.
2 – Causas de las alteraciones olfativas.
La mayoría de los pacientes tienen hiposmia o disfunción olfativa debido a cambios en el sentido del olfato; la pérdida completa del sentido del olfato (anosmia) es menos común.
Las principales causas de estas alteraciones son:
Trastornos nasales y paranasales:
Este grupo incluye la rinitis con o sin pólipos y la rinitis alérgica. En estos casos, el cambio en el sentido del olfato está causado por la inflamación de las membranas mucosas.
Otra causa menos frecuente es la presencia de un neuroblastoma, un tumor maligno que surge del epitelio olfativo.
Infecciones y estados post-infecciosos:
En las infecciones agudas de las vías respiratorias superiores, es frecuente la hiposmia o anosmia transitoria, debido al efecto de este proceso sobre la mucosa nasal, y la mayoría de los pacientes se recuperan de este trastorno olfativo.
Sin embargo, las infecciones víricas del tracto respiratorio superior pueden dañar el sistema periférico de receptores olfativos e incluso el sistema central de neurotransmisores, por lo que en el 6-13% de los pacientes el trastorno olfativo puede persistir tras la resolución de la infección.
En la COVID-19, la alteración del sentido del olfato y del gusto son los principales síntomas neurológicos, que pueden ser la única manifestación de la enfermedad hasta en un 60% de los casos. Estos síntomas aparecen repentinamente entre 2 y 14 días después de la exposición al virus.
Trastornos postraumáticos:
El traumatismo craneal es una causa común de disfunción olfativa. También puede ocurrir con un traumatismo leve y hay una fuerte correlación entre la gravedad del traumatismo y la gravedad de la disfunción olfativa.
La recuperación de la olfacción suele producirse en los primeros meses tras la aparición de los síntomas y se observa poca o ninguna mejora después de un año.
Otras alteraciones del sistema nervioso central:
Ciertas afecciones, como las enfermedades neurodegenerativas (Alzheimer y Parkinson) o los accidentes cerebrovasculares (isquémicos o hemorrágicos), pueden afectar a los centros olfativos del cerebro.
Exposición a productos químicos, toxinas y metales:
Se sabe que la exposición a vapores de ácido metacrílico, amoníaco, formaldehído, ácido sulfúrico y otras sustancias, a menudo en el lugar de trabajo, provoca cambios en el sentido del olfato.
Medicamentos y drogas:
Algunos medicamentos pueden causar alteraciones olfativas, pero en menor medida que las alteraciones del gusto. Algunos fármacos antihipertensivos, como los betabloqueantes, los bloqueantes de los canales de calcio y los inhibidores de la ECA, son habituales.
La cocaína intranasal puede afectar a los niveles del neuroepitelio olfatorio de la mucosa nasal, así como a los niveles del sistema de transmisión central.
El tabaquismo:
El tabaquismo puede provocar cambios olfativos que suelen remitir al dejar de fumar.
Cambios en el sistema endocrino:
Enfermedades como el hipotiroidismo o la diabetes también pueden provocar cambios en el sentido del olfato.